En el partido de La Matanza, en la provincia de Buenos Aires, vive Nayla
Soledad Kuell. Tiene el cabello corto y oscuro, un pequeño flequillo y unos
anteojos de marco rectangular. Es jugadora de básquet y participante de los
Juegos Juveniles Parapanamericanos. En una charla via web y con apenas 19 años
la muchacha cuenta, sus sensaciones, experiencias y opiniones sobre la
inclusión en el deporte y su paso por una competencia de carácter internacional.
Acompañada por su familia y amigos, hace dos años
atrás, a los 17, Nayla se decidió a cumplir uno de sus sueños, y allí fue a
jugar al básquet, un deporte realmente difícil, donde hay que actuar de forma
grupal y tener una gran orientación y administración del espacio de juego. Pero
para ella no fue un impedimento. Lo que comenzó como un juego, luego de tres
años resultó ser su mayor responsabilidad. “Empecé
como un juego y el ultimo tiempo lo tomé con responsabilidad y seriedad”, comenta. Si bien es consciente
de que el básquet es un deporte de gran dificultad, ella muy segura admite que
no tiene miedo y que de hecho esa dificultad es lo que más le gusta. El club en
el que entrena le brinda la silla donde ella puede competir.
Esta
morocha con la cara llena de la luz que le produce la felicidad cuenta qué
siente al ver que todo su esfuerzo resultó en la posibilidad de participar en
los Juegos Juveniles Parapanamericanos. “Fue realmente hermoso saber que al
final después de tanto esfuerzo pude cumplir uno de mis sueños como es
participar en una competencia internacional y además representando a Argentina”,
enfatiza Nayla orgullosa del lugar que ocupa hoy en día. “Estamos conformes
pero sentimos que tendría que tener mucha más difusión todo lo que se hace en
básquet como en todos los deportes en general”, aclara la joven en nombre de
todo el equipo, con el cual mantienen una excelente relación no solo de
compañerismo sino que también de amistad, cuando se le pide su opinión sobre la
respuesta de la sociedad.
Convencida
que todo es posible Nayla deja muy en claro un mensaje de aliento para que
todos se animen a dar el paso que ella dió.
“Me parece buenísimo que cada vez sean más las personas que se animen a
incluirse en el ambiente del deporte para que toda la sociedad vea que se puede
y que una discapacidad no es un impedimento para hacer lo que te
gusta. A todos aquellos que todavía tienen miedo de dar un paso tan importante
les diría que se animen que busquen un deporte el que sea que les guste y
empiecen de a poco que es lo más lindo todo se puede”, concluye con una
gran emoción.
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