La esquina de 7 y 49 es una de las más transitadas de La
Plata, sin embargo en la confitería La París el mundo pareciera detenerse. El murmullo reina entre anillos de oro y
tacitas de té, y por lo bajo puede oírse
el sonido de las cucharitas revolviéndolo.
No más que miradas sabias y cabellos blancos, risas
añejadas, pueden verse a lo largo del salón infestado de mesas redondas de
mantel blanco, masas finas y un despliegue de modales.
Esperando en la confitería París se ve a Federico Nicolás
Gazzo de camisa blanca impoluta y morral negro cruzando el pecho. Es graduado de la carrera de grado Licenciatura en educación física en
la Universidad Nacional de La Plata y preparador físico, desde enero de este año, de la Selección Argentina
de Deportistas con Parálisis Cerebral denominada Los Tigres.
En una mesa cercana a la ventana se enciende el grabador
y Federico cuenta cómo es el
entrenamiento destinado a deportistas con distintos tipos de necesidades
especiales. “Discapacidad es que se está impedido de hacer algo, estos chicos
pueden hacer de todo, de hecho viven de esto .Si trabajo con discapacidad no lo
tomo de esa forma y tampoco ellos”,
cuenta el joven platense, quien trabaja
en este espacio de entrenamiento. “Antiguamente trabajaba en el Club Everton de La Plata
y, cuando surgió este ofrecimiento dije que realmente no tenía experiencia en
el área, pero decidí aceptar y realmente
encuentro muy pocas diferencias en el entrenamiento que se imparte” expresó
Gazzo.
Se desenvuelve con total naturalidad y simpatía
mientras cuenta su trayectoria en el
entrenamiento de alto rendimiento profesional. “Lo que plantea el técnico cuando nos llama es
que busca gente que trabaje con alto rendimiento y que pueda
ofrecer eso, y no que sea una actividad recreativa, en absoluto”, explica mientras hace hincapié en que
la preparación física va más allá de la discapacidad en sí y la relación
complementaria que se da dentro del equipo de profesionales.
“Estar
acá o estar en un equipo de primera convencional es prácticamente lo mismo, o inclusive más complicado, porque
entrenamos más. Entrenamos doble o hasta a veces triple turno. Ellos entrenan
todos los días, insisto, se dedican a esto”,
cuenta mientras llena el vaso con agua y da un sorbo.
El
entrenador explica que ellos trabajan con un sistema que se basa en una semana
en la cual hacen base en el Centro de
Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD), en Buenos Aires, y otra semana en la cual
los deportistas entrenan por su cuenta bajo un plan que él les imparte y con el
acompañamiento de un personal trainer. “Cuando
estamos todos juntos en el CeNARD trabajamos
con la máxima intensidad, se da todo lo que se puede
dar, obviamente de acuerdo a lo que se va a enfrentar. Para los Juegos
Juveniles Parapanamericanos que se
jugaron en octubre, se entrenó de una manera distinta a la de los juegos de
abril en Canadá o Barcelona en julio”, dice.
De
ojos expresivos, castaños y grandes, el joven de 28 años toma otro sorbo de
agua y deja ver en ellos el amor que le profesa a su ocupación. “Más allá de generar un espacio para el
deporte o dedicarnos al alto rendimiento también se trata de darles a los
jugadores una mejor calidad de vida, que el deporte les sea útil para lo que
fuera que quieran hacer”, expresa. Además, cuenta que la finalidad de esta
práctica es darles a los deportistas un
respaldo a futuro y fomentar la transmisión de valores: “Tenemos gente de todas
las clases sociales, por lo cual tratamos de insistir en que no gasten la plata
si no que la inviertan en algo. Formarlos desde ese lado, como personas y
también como deportistas”.
El reloj corre y la charla fluye, el aroma a
café invade todo el lugar mientras los mozos de traje y moño caminan de un lado
a otro con cierta armonía. A pesar de que el tiempo escasea, -cuenta con paciencia y entusiasmo- las distintas ramas de esta actividad, en
este caso, los Juegos Juveniles
Parapanamericanos. “Fue una experiencia muy linda, más que nada para los chicos nuevos
que pudimos incluir en el último mes. Nosotros no tenemos una selección ya
armada, a diferencia de otros países como Brasil. Tuvimos la suerte de que de
la selección mayor -coincidieron cinco o
seis jugadores, que tenían edad de
juvenil. Entonces ya teníamos una base y
con eso pudimos conseguir el resto de los jugadores”, relata el entrenador.- “Obviamente fue una experiencias única, se
sacó una medalla de plata, fue un gran logro. Hubo un mes y medio de trabajo,
no tuvimos más”, reconoce.
El deporte como método de inclusión es “un
gran proyecto”, asegura. Es algo nuevo, que no se conoce pero que sirve para
darles una oportunidad a los jóvenes, ofrecerles una alternativa, mostrarles
que es una herramienta para la vida, continúa Federico.
El grabador se detiene, el agua se termina,
y la entrevista culmina. En la esquina de La París el entrenador, se despide
con tanta simpatía como la que supo desplegar en la hora transcurrida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario