miércoles, 20 de noviembre de 2013

Entrenando a Los Tigres

La esquina de 7 y 49 es una de las más transitadas de La Plata, sin embargo en la confitería La París el mundo pareciera detenerse.  El murmullo reina entre anillos de oro y tacitas de té,  y por lo bajo puede oírse el sonido de las cucharitas revolviéndolo.
No más que miradas sabias y cabellos blancos, risas añejadas, pueden verse a lo largo del salón infestado de mesas redondas de mantel blanco, masas finas y un despliegue de modales.
Esperando en la confitería París se ve a Federico Nicolás Gazzo de camisa blanca impoluta y morral negro cruzando el pecho.  Es graduado de la carrera de grado Licenciatura en educación física en la Universidad Nacional de La Plata y preparador físico, desde enero de este año, de la Selección Argentina de Deportistas con Parálisis Cerebral denominada Los Tigres.
 En una mesa cercana a la ventana se enciende el grabador y Federico cuenta cómo es  el entrenamiento destinado a deportistas con distintos tipos de necesidades especiales. “Discapacidad es que se está impedido de hacer algo, estos chicos pueden hacer de todo, de hecho viven de esto .Si trabajo con discapacidad no lo tomo de esa forma  y tampoco ellos”, cuenta el joven platense,  quien trabaja en este espacio de entrenamiento. “Antiguamente  trabajaba en el  Club Everton de La Plata y, cuando surgió este ofrecimiento dije que realmente no tenía experiencia en el área, pero decidí  aceptar y realmente encuentro muy pocas diferencias en el entrenamiento que se imparte” expresó Gazzo.
Se desenvuelve con total naturalidad y simpatía mientras  cuenta su trayectoria en el entrenamiento de alto rendimiento profesional.  “Lo que plantea el técnico cuando nos llama es que busca  gente que  trabaje con alto rendimiento y que pueda ofrecer eso, y no que sea una actividad recreativa, en absoluto”, explica mientras hace hincapié en que la preparación física va más allá de la discapacidad en sí y la relación complementaria que se da dentro del equipo de profesionales.

“Estar acá o estar en un equipo de primera convencional es prácticamente  lo mismo, o inclusive más complicado, porque entrenamos más. Entrenamos doble o hasta a veces triple turno. Ellos entrenan todos los días, insisto, se dedican a esto”, cuenta mientras llena el vaso con agua y da un sorbo.
El entrenador explica que ellos trabajan con un sistema que se basa en una semana en la cual hacen base  en el Centro de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD), en Buenos Aires, y otra semana en la cual los deportistas entrenan por su cuenta bajo un plan que él les imparte y con el acompañamiento de un personal trainer.  “Cuando estamos todos juntos en el CeNARD  trabajamos con  la  máxima intensidad, se da todo lo que se puede dar, obviamente de acuerdo a lo que se va a enfrentar. Para los Juegos Juveniles Parapanamericanos  que se jugaron en octubre, se entrenó de una manera distinta a la de los juegos de abril en Canadá o Barcelona en julio”, dice.
De ojos expresivos, castaños y grandes, el joven de 28 años toma otro sorbo de agua y deja ver en ellos el amor que le profesa a su ocupación.  “Más allá de generar un espacio para el deporte o dedicarnos al alto rendimiento también se trata de darles a los jugadores una mejor calidad de vida, que el deporte les sea útil para lo que fuera que quieran hacer”, expresa. Además, cuenta que la finalidad de esta práctica es darles a los deportistas  un respaldo a futuro y fomentar la transmisión de valores: “Tenemos gente de todas las clases sociales, por lo cual tratamos de insistir en que no gasten la plata si no que la inviertan en algo. Formarlos desde ese lado, como personas y también como deportistas”. 
El reloj corre y la charla fluye, el aroma a café invade todo el lugar mientras los mozos de traje y moño caminan de un lado a otro con cierta armonía. A pesar de que el tiempo escasea,  -cuenta con paciencia y entusiasmo-  las distintas ramas de esta actividad, en este caso, los Juegos Juveniles 
Parapanamericanos. “Fue una experiencia  muy linda, más que nada para los chicos nuevos que pudimos incluir en el último mes. Nosotros no tenemos una selección ya armada, a diferencia de otros países como Brasil. Tuvimos la suerte de que de la selección mayor  -coincidieron cinco o seis jugadores, que tenían  edad de juvenil.  Entonces ya teníamos una base y con eso pudimos conseguir el resto de los jugadores”, relata el entrenador.-  “Obviamente fue una experiencias única, se sacó una medalla de plata, fue un gran logro. Hubo un mes y medio de trabajo, no tuvimos más”, reconoce.
El deporte como método de inclusión es “un gran proyecto”, asegura. Es algo nuevo, que no se conoce pero que sirve para darles una oportunidad a los jóvenes, ofrecerles una alternativa, mostrarles que es una herramienta para la vida, continúa Federico.
El grabador se detiene, el agua se termina, y la entrevista culmina. En la esquina de La París el entrenador, se despide con tanta simpatía como la que supo desplegar  en la hora transcurrida.



                                                   











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